Saldos en sobras
Alguien daría la mitad de sus sueños para entender por qué llegaron solos, con miedo a lo distinto y asco a lo cotidiano, por qué al conocerse y descubrir a donde llegar, rechazaron el lugar común, como si fueran la cura y no la enfermedad. Hoy ya no hay puentes y cada uno mira desde su orilla con rencor hacia el pasado, fingiendo que están mejor así, que es mejor encogerse en soledad y no arriesgarse a salir, ya Dios proveerá. Aunque cuando se descuiden, cierta parte les recuerde aquel calor, cuando pensaron la mitad que ahora alguien ofrece y ya no se atreven a soñar.
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