Adiós al caleidoscopio

Bolsillo vació y húmedo, después de la tormenta no volveré a ser el mismo, nadie puede después de tanto polvo y ron, más no hace falta no aprendo de nostalgias aun, ni de redes para tenernos a distancia del presente. Sentado recorro mi vida, aunque ya no escuche al sol y la fe agónica sea indetectable e incurable.

Nada me salva de vivir, aunque haya perdido la infinita inocencia ensayando una vida a través del espejo empañado, actuando el papel que nadie aceptó; al final lo heroico pierde valor en un mundo real.

Recuerdo que al despertar ya no te quería, fue tan fácil no reconocerme en tu voz, tanto frió en tus labios, que te vas y olvido, no como lo que eras, sino como lo que no serás y suena cruel pero te lo buscaste deseando lo mismo cada mañana, no malinterpretes, no eres tu, soy yo que te detesto por encima de todo.

¿Qué es un hombre sin sombra y con su cadáver en mano?

Desaparece reflejo de lo cotidiano, contador de flechas rotas, no quiero un final feliz (que me hará infeliz), aunque todavía recuerde al héroe que quise ser una tarde, cuando mi madre o la madre de alguien más (tal vez sea huérfano de tiempos irresolutos) me dijo (eso si, muy heroicamente) ¡No sueñes lo que no te toca! Antes de notificarme la mortalidad de mis sueños.

O quizá naciste entre lunas cuando descubrí este kitsch de cada cosa que toco, como un midas al revés, trasquilándose las ganas y esa piel, arrastrando imágenes profanas, de sueños vírgenes en días irrealizables, persiguiendo luciérnagas en enjambres de estrellas, disimulando talismanes mientras se pierden en el mar.

En la oscuridad soy valiente y me atrevo a gritar que descubrí recuerdos de alguien más, mientras condeno y lapido la infancia de quien sin pensarlo ha existido, como aquel fantasma que de reojo existe y a la luz se apaga. Estoy cansado de los reveses que la rueda olvidó.

Así como se alejaba, su luz se atenuó

Crónica histeórica de una no vida

Ya no regreses a ella ni a ninguna, aunque lo exija el tiempo, ni en defensa de tu ambigüedad, ya no estas para instantes imposibles, ni miradas en vuelo, ya no hay viento.
La naturaleza se equivoca, para que buscar hipotecas de corazones vibrantes, si nos falta lo que dejamos intentando ser libres, no repares los circuitos, un cuarto de siglo no te muestra como vivir.
Te has preguntado ¿Cuanto roba el camino al cruzarlo? Si en cada bocado saboreas el fin de la canción, ¿Qué mas queda?, crucemos saboreando, pero sin tocar, ahora que conocemos lo que nos condena y condenamos lo que conocemos.
No te pierdas entre ilusiones o nada quedara que te salve de ser un eslabón más del infinito olvido. Aunque a veces te traicione la esperanza y quieras si puedes y te quieran mientras pueden. Ya no regreses a ninguna que te espero de regreso…

preludio:
Y no regresó, mientras lo que siempre quiso ser acumulaba polvo, hasta que un día insospechado, miro su reflejo en una flama y la extinguió, para no recordar que no decidió su futuro, simplemente lo vivió.

Canción de cuna del chivito expiador

Juguete favorito para la alineación,
excusa que señalar y sentirse mejor,
expiatorio de prejuicios, playmobil,
diana de gelatina en cartón,
“Ya no llores niño o creciendo serás
un monito onomatopéyico dulzón”,
“Si gritas en la calle, la gente te señala”
transmutándose en algo gris, lo normal,
se teme lo extraño, se odia por condición.
Busca amigos en envolturas sucias
la muñeca fea será tu actriz,
en el baúl el fenómeno es fenomenal
lo normal se subasta barato,
como intimidad comunal.
“Llora niño, grita que soy amargado”
mientras mi terapeuta pregunta
con que mano me seco el sudor
alguien te creo entre sollozos
como un gran freakystar.

Saldos en sobras

Alguien daría la mitad de sus sueños para entender por qué llegaron solos, con miedo a lo distinto y asco a lo cotidiano, por qué al conocerse y descubrir a donde llegar, rechazaron el lugar común, como si fueran la cura y no la enfermedad. Hoy ya no hay puentes y cada uno mira desde su orilla con rencor hacia el pasado, fingiendo que están mejor así, que es mejor encogerse en soledad y no arriesgarse a salir, ya Dios proveerá. Aunque cuando se descuiden, cierta parte les recuerde aquel calor, cuando pensaron la mitad que ahora alguien ofrece y ya no se atreven a soñar.

Plasta plástica de piel

Cuando suelo perderme entre mareas, ella siempre viene, resistiendo mis literatosas excusas para sobrevivir, tan pálida y perdida en universos sin fluidez, levitando entre no sentir y disuadirse a existir. Le he cedido mas de una lágrima y se que lo agradece, con esa bendita mirada, con la desolación de quien ve su sol estallar, perdiendo recuerdos de sueños desgastados y juegos de morbidez. Quisiera ahogarla en sueños, los unicornios no debieran existir, sufren esperas en las que no quisieron nacer, escondidos entre relatos, confundidos con seres sin luz. Preferiria olvidarla y a su absurdo pretender, mientras espera que noten que solo es un ideal roto, muñeca flotando en besos que alguien olvido pedir.

Un tirón pal corazón

No recuerdan como es que comenzaron a girar, a unos días más, a menos por efímeros instantes, cómplices huyendo, sabiendo que miran cerca uno del otro, poco prestos al juego, evitando bordearse con miradas. Aunque ya hace tiempo que él no la encontraba tan dispuesta a olvidarse de todo y lista para nada, pero titubeo en tomarla, perdiéndose en su frente y aquel flequillo que precede su sonrisa. Intentando regresar pidió a la suerte los tentara, pero no hubo tal suerte que pendiera, tendiéndoles un camino, que inexistente mata. Quizá no sea ella y mucho menos venga él para fonografiarle un recuento, y no habiendo príncipes y esperanzas, ella nada ofendida, acepte concatenársele mientras dura la estación y las que no han de contar. Ya están cansados para juegos, tal vez el siguiente sea el definitivo, donde se anuden las ganas y pierda sentido este tirón, por lo mientras esperan reconocerse, si es que existen.